Giorgio Bondioli, pintor italiano afincado en Menorca
Lo primero que hará cuando te muestre su obra, es pedirte que la toques. Que sientas las texturas y el movimiento. Solo así, dice, podrás entender lo que realmente quiere transmitir con su pintura. Es habitual que en el arte contemporáneo el espectador deba interactuar con la obra.
Esculturas, performances o juegos de luces, son creados para el disfrute activo del espectador.
No así los cuadros, que siguen la tradición de colgar en las paredes con una línia como barrera de protección. En el caso de Giorgio Bondioli, se salta todas las reglas y estampa sus grandes manos en el lienzo. Y te invita a que también lo hagas tú.
Arte por accidente
Bondioli es un cocinero italiano, que se retiró en Menorca porque se hartó de la “manera de ser” de sus compatriotas. La conexión de arte y política que, asegura, existe en su país, fue uno de los detonantes para venir a la isla.
Empezó a pintar en 2009, con 60 años, de manera casi accidental. Cuenta que su mujer compró unos tubos de tempera para la hija pequeña de unos amigos de su hijo. Al ver que aquello podía acabar con pintura hasta en las paredes, Giorgio decidió quedarse con los tubos y comenzó a experimentar con ellos. Primero probó sobre un soporte de foto.
Y, viendo que era fácil manejar la pintura, dedicó gran parte de su tiempo a embadurnar telas. Bondioli no había pintado nunca, aunque asegura que el arte está muy presente en su familia. Dos de sus hijos escriben poesía. Y lo hacen, como él, de forma autodidacta. Las visitas a un museo de Mantua, cerca de su casa en Italia, y las horas de estudio del libro Arte Esperienza, de Fornilli y Marini, han sido los pilares que han permitido a Giorgio desarrollar su carrera como pintor.
Cuadros que se ven y se tocan
En Menorca ya ha expuesto sus obras en Ferreries, donde vive, y en Es Mercadal. Y lo ha hecho con el cartel de “tócame”. Solo así, asegura, podrás llegar a entender lo que realmente quiere transmitir con sus cuadros.
Sin embargo, las obras de Giorgio no siempre fueron así. Al principio comenzó a pintar con pincel. Pero quería transmitir algo más. Movimiento, fuerza, que buscó a través de una técnica diferente. Sobre los lienzos, que siempre compra de la mejor calidad, aplica capas y capas de tempera. Y cuando está medio seca, crea las texturas con distintas herramientas.
Bondioli encaja su pintura dentro del movimiento naïf, aunque lo que realmente le motiva es pintar aquello que le agrada, que le resulta bello y placentero. Está especialmente orgulloso de una serie que creó sobre los signos del zodíaco.
Para esta colección hizo además un trabajo de búsqueda de cuáles son las flores que representan cada signo, y las dibujó en el lienzo. También tiene algún guiño a Menorca.
En su salón, entre animales y paisajes imaginarios, cuelga la ermita de Ferreries, que ve desde el ventanal de su casa.