¿Menorca cuándo empezó el turismo?
Por Itziar Lecea
A pesar de que ahora no podríamos imaginar Menorca sin su temporada de verano llena de turistas, lo cierto es que le sector económico que sostenía a la población de la isla no siempre fue el turismo.
¿De qué crees que vivían los menorquines antes de llenar sus playas con personas llegadas de todo el mundo?
Menorca es una sociedad estamental (aún hoy), y el papel del campo y los campesinos es relevante entre sus habitantes. Sin embargo, a principios del siglo XX Menorca destacó por su brillante industria zapatera, de la que aún quedan vestigios.
No fue la única industria que se forjó en la isla, pero si la más importante.
No fue hasta los años 70 cuando Menorca, siguiendo la estela de las zonas costeras de España, abrió sus puertas al sector turístico. Sin embargo, no lo hizo con el ímpetu de otros territorios.
Vamos a ponernos en situación. Quizás pueda parecerte mentira, pero hasta el año 1975, España, y Menorca en consecuencia, estaban bajo un régimen totalitario. Una dictadura que, en sus últimos años abrió un poco sus miras en favor de la economía del país.
Aquí es cuando entra en juego una persona llamada Manuel Fraga. Fraga fue ministro de Turismo durante el franquismo e impulsor del tercer sector.
¿Has oído alguna vez lo de Spain is different? Ese fue el eslogan que se popularizó a finales de los años 60 para atraer turismo a la península, especialmente sueco.
¿Y qué pasó en Baleares, y Menorca, concretamente?
Durante los 60 y 70 Ibiza se llenó del movimiento “hippie”. Fiestas, drogas y celebridades desfilaron – y desfilan- por los locales de moda. Mallorca, por su parte, fue destino preferido por los alemanes.
Hasta tal punto que hoy en día es más fácil encontrar carteles en alemán que en inglés.
Sin embargo, Menorca fue diferente. La sociedad estamental de la que te he hablado más arriba era celosa de su territorio. Y aunque proliferaron núcleos turísticos, la urbanización desmedida no caló en isla.
De principios de los años sesenta son, por ejemplo, la urbanización de Cala’n Blanes, en Ciudadela, la más antigua.
O el poblado “pescador” de Binibeca, el mejor truco de marketing del momento. Porque, aunque lo vendan como un poblado de pescadores, antes del boom turístico no era más que una cala.
Durante los años 90, el turismo creció de forma espectacular, impulsado por los visitantes británicos, que llegaban a Menorca fascinados por el legado inglés que dejó la dominación británica del siglo XIX. Franceses y alemanes también se sumaron a la lista de nacionalidades que veraneaban en la isla.
Los diferentes gobiernos, especialmente de izquierdas, no permitieron que el crecimiento del sector turístico se tradujera en una construcción desmedida con grandes hoteles a primera línea de mar, como estaba ocurriendo en Ibiza y Mallorca. Aunque no pudieron pararse todos los proyectos de esa época, como son los dos hoteles torre de Son Bou, en Alaior.
Si por un lado se ha optado por la conservación del paisaje natural esto no impide que haya ofertas de alojamientos para todos los bolsillos: desde hoteles de lujo a apartamentos baratos: en Menorca se encuentra de todo.
Así es como la menor de las Balears se fue alejando del modelo turístico de masas hasta convertirse en un pequeño paraíso que en 1992 fue declarado Reserva de Biosfera por la UNESCO.
Esta distinción premia a los territorios que han sabido llevar un crecimiento sostenible en referencia a los recursos disponibles, así como la preservación del paisaje. Menorca pasó a ser la joya verde de la corona mediterránea. Y, hasta la fecha, ha sabido mantener su posición.